Los huesos están formados de tejido óseo altamente resistente y flexible a la vez, que se adapta constantemente a las cargas mecánicas que recibe, a través de un proceso constante de formación y degradación de células óseas. El estrés excesivo y la carga constante asociada a actividades deportivas puede perturbar este equilibrio y ocasionar una fractura por estrés. Conoce que tratamientos están disponibles y cómo puedes ayudar al proceso de rehabilitación de estas fracturas y mucho más acerca de esta lesión en el siguiente artículo:
Esta lesión ósea fue descrita por primera vez en 1855 por el médico militar prusiano M. D. Breithaupt, quién había observado que jóvenes militares reclutas a menudo sufrían de dolor e inflamación en el antepié, al evaluarlos observó fracturas en los metatarsianos que se asociaron a las largas y extensas marchas a los que se veían sometidos, por lo que en ese momento se les denominó “fracturas de marcha”. El término fractura por estrés, con el cual se le conoce en la actualidad, fue usado por primera vez en un informe sobre fracturas en atletas realizado por M. D. Devas en 1958.
Las fracturas por estrés son un tipo de lesión ósea que se produce como resultado de la ejecución repetitiva del mismo movimiento en una región específica..."
Las fracturas por estrés son un tipo de lesión ósea que se produce en la corteza del hueso (parte más externa), como resultado de la ejecución repetitiva del mismo movimiento en una región específica, lo que puede en ocasiones provocar fatiga y desequilibrio de la actividad entre los osteoblastos (células encargadas del desarrollo del hueso) y los osteoclastos (células encargadas de la remodelación del hueso) encargados de los procesos de reparación ósea, por lo que el cuerpo ya no puede compensar la sobrecarga y el estrés repetitivo al hueso, favoreciendo así la rotura del tejido óseo. En principio, estas fracturas pueden ocurrir en cualquier hueso del cuerpo, pero los huesos de las piernas y pies se ven mayormente afectados porque están sometidos a un estrés particularmente mayor que lo demás, especialmente durante la ejecución de actividades deportivas, tales como: correr, alpinismo, tenis, fútbol y gimnasia, pero también largas y constantes marchas o caminatas pueden ocasionarlas.
Cómo señalamos anteriormente, pueden ocurrir en cualquier área del esqueleto, pero en la mayoría de los casos, los huesos de las extremidades inferiores se ven mayormente afectados. Los huesos más afectados son:
Son una de las lesiones más frecuentes en el ámbito deportivo, representando aproximadamente el 20% de todas lesiones deportivas. Entre los deportistas, la diferencia en la incidencia de fracturas por estrés entre hombres y mujeres es mínima, predominando las mujeres. Debido a los movimientos estresantes y repetitivos de los militares y los corredores (principalmente aquellos que recorren 40km por semana) esta fractura ocurre con mayor frecuencia en estas poblaciones. Con respecto a esto se han reportado diferentes cifras; de 2009 a 2012, los miembros del ejército de los EE. UU. tuvieron 5,69 fracturas por estrés por cada 1000 personas-año. En cuanto a los corredores, estas lesiones óseas representan casi el 16% de todas las lesiones que estos deportistas sufren. Los huesos más frecuentemente afectados en orden decreciente de aparición son la tibia (23,6%), el escafoides tarsiano (17,6%), los metatarsianos (16,2%), el fémur (6,6%) y la pelvis (1,6%). De las personas que han padecido una fractura por estrés, destacamos al basquetbolista español Pau Gasol Sáez.
Pau Gasol será baja indefinida por una fractura por estrés en el pie izquierdo.
¡Ánimo, @paugasol! pic.twitter.com/mFvvlKfPDO— Liga Endesa (@ACBCOM) November 29, 2018
A diferencia de las fracturas comunes que ocasionan dolor asociado a un trauma o accidente, una fractura por estrés no causa dolor que se desencadena por un evento traumático como tal, más bien, la persona afectada nota primero un dolor leve que sólo ocurre con el esfuerzo. A medida que aumenta el estrés y el daño al hueso se producen más exposiciones crónicas al dolor y finalmente ocurre también en reposo. El dolor puede variar desde punzante hasta sordo e insoportable.
Otros posibles síntomas de una fractura por estrés son hinchazón de la zona sobre el hueso correspondiente, así como enrojecimiento y sobrecalentamiento. La resiliencia de las estructuras correspondientes también disminuye gradualmente, por lo que los afectados no piensan inmediatamente en un hueso roto y continúan con las actividades que originaron en un principio la lesión, lo que conlleve al aumento de la sintomatología anteriormente descritos.
Los huesos tienen la capacidad de adaptarse a las circunstancias externas a través de los procesos de remodelación del tejido óseo. Los huesos modifican su resistencia biológica en respuesta al estrés físico y mecánico al que se ve expuesto, esto en medicina básicamente se conoce como la ley de Wolff. Si el estrés físico y mecánico supera la capacidad de elasticidad del tejido óseo, se producen pequeñas lesiones o roturas que el cuerpo repara. Dado que los procesos de adaptación y reparación en el cuerpo requieren una cierta cantidad de tiempo, un entrenamiento frecuente y demasiado intenso puede abrumar a las estructuras óseas, de modo que estas roturas no pueden ser reparadas por el cuerpo, conllevando a la aparición de fracturas por estrés. Existen factores intrínsecos y extrínsecos que contribuyen al desarrollo de esta lesión:
Son lesiones que pueden ser prevenidas parcialmente, en caso de padecer enfermedades que desmejoren la función del tejido óseo (por ejemplo, osteoporosis) solo se puede prevenir si se trata la enfermedad subyacente. A continuación, les dejamos algunas simples medidas que pueden ayudarle a reducir el riesgo de padecer esta fractura:
Son lesiones que deben considerarse en pacientes que presentan dolor a la palpación o edema después de un aumento reciente de la actividad o actividad repetida con descanso limitado. Teniendo en cuenta que esta fractura puede desarrollarse en cualquier hueso del cuerpo, el diagnóstico diferencial es muy variable. Pero, dado que se dan con mayor frecuencia en los miembros inferiores, los diagnósticos diferenciales cuando estas lesiones se desarrollan en estas áreas son:
La manera más fiable para descartar o confirmar estos diagnósticos son los estudios de imagenología como la resonancia magnética.
Debido al largo proceso que conlleva el desarrollo de una fractura por estrés, a menudo se reconoce y diagnostica tarde. El diagnóstico clínico se puede suponer en función de la sensibilidad y la inflación local presente. En la fase inicial, es decir, unos días después de que se haya producido la fractura, si no hay desplazamiento de los fragmentos óseos, no es posible un diagnóstico radiológico. En ocasiones, la fractura por fatiga solo se puede detectar previamente con un retraso de 3 a 4 semanas debido a la descalcificación en el área de la fractura. Sin embargo, es posible identificar una fractura por estrés o sus etapas preliminares (como microfracturas) es una resonancia magnética (RM) o una gammagrafía ósea. En algunos casos, deben excluirse otras enfermedades como la osteomielitis o los tumores óseos benignos y malignos. Esto lo puede hacer el médico tomando una muestra de sangre o tomando una muestra de tejido óseo.
El médico determinará cual es el abordaje terapéutico más adecuado, bien sea conservador o quirúrgico (muy infrecuente), dependiendo de la gravedad de rotura y el hueso afectado.
El abordaje terapéutico conservador depende de la etapa de la enfermedad y de las molestias que estén aquejando al paciente. Básicamente el mismo consiste en el alivio de la sección esquelética afectada, en algunos casos es suficiente la indicación de reposo deportivo de cuatro a seis semanas. En la fase inicial y en caso de dolor intenso, el médico también puede indicar el uso de muletas de antebrazo para evitar la descarga de peso y aliviar el miembro afectado. Así como zapatos especiales de descarga / plantillas ortopédicas que redistribuyan la carga y fisioterapia.
La inmovilización completa del miembro afectado con un yeso u órtesis rara vez se indica..."
Además, el médico indica algunos fármacos, principalmente indican analgésicos y antiinflamatorios para combatir el dolor, tales como: AINEs (antinflamatorios no esteroideos) ya que, debido a su efecto antiinflamatorio, además del dolor también combate la hinchazón y el edema que la acompaña. Algunos médicos también indican suplementos vitamínicos de vitamina D y calcio, ya que estimulan el metabolismo del tejido óseo.
En la mayoría de los casos, el abordaje terapéutico conservador y la inmovilización son suficientes para restaurar la capacidad del hueso, que permita al paciente el retorno efectivo a la disciplina deportiva correspondiente. Una cirugía solo está indicada en casos particulares que tengas ciertas complicaciones:
En caso de evidenciarse un engrosamiento del hueso en respuesta a la rotura. Esto lo elimina el cirujano mediante cirugía, las fracturas completas que provocan inestabilidad o fracturas de que comprometan la superficie de la articulación también son tratadas mediante osteosíntesis, el cirujano ensambla los fragmentos fracturados para que puedan crecer juntos en la posición correcta después de la operación. El objetivo de la operación de una fractura por estrés es siempre lograr la completa y correcta cicatrización del hueso en una posición fisiológica y, por tanto, restaurar la capacidad de carga del hueso afectado. La mayoría de los médicos indican fisioterapia posterior a la cirugía para lograr la recuperación funcional del paciente operado.
Inicialmente el fisioterapeuta buscará mantener la fuerza y la flexibilidad de los músculos del deportista lesionado, por lo que indicará ejercicios de fortalecimiento para las extremidades inferiores (sin descarga de peso) y el tronco, ejercicios de estiramiento y entrenamiento cardiovascular aeróbico, como natación o aeróbic acuático, ya que estos permiten obtener un trabajo muscular adecuado sin generar aún más estrés sobre el hueso afectado. Durante el proceso de rehabilitación el fisioterapeuta usa técnicas tanto activas como pasivas para lograr una completa recuperación del paciente lesionado, algunas de las intervenciones más usadas son:
Una vez el paciente presencia ausencia total de dolor en el sitio afectado, especialmente durante los movimientos y los gestos deportivos; ausencia de síntomas durante las pruebas de provocación del dolor en el lugar de la lesión; ausencia de anomalías en los exámenes por imágenes; el fisioterapeuta da inicio al entrenamiento del gesto deportivo correspondiente a la disciplina que practica el paciente, para evitar de esta manera la recurrencia y reaparición de estas lesiones.
Una fractura por estrés ocasiona variedad de molestias a corto y largo plazo para quien la padece, es por ello que para ayudarte en tu proceso de recuperación te dejamos algunos vídeos con importante información y recomendaciones realizadas por fisioterapeutas expertos en distintas áreas de la salud, los cuales pondrán a tu disposición sus conocimientos sobre el abordaje terapéutico de esta lesión. Teniendo en cuenta que cada cuerpo es distinto, te recomendamos que antes de realizar algunos de los ejercicios de nuestros vídeos en nuestro canal FisioOnline en YouTube consultes con tu fisioterapeuta.
Los baños de contraste con agua fría y caliente son una herramienta muy útil para mejorar la recuperación de fracturas y tras haber pasado por un período de inmovilización con vendajes o escayolas. Obtén más información sobre los positivos efectos de los baños de contraste dándole un vistazo al siguiente vídeo:
Te recomendamos ver el siguiente vídeo en donde un médico traumatólogo especialista en el tratamiento de este tipo de afecciones en los huesos, te explicará de manera detallada cuáles son la clínica que indica su presencia, que métodos diagnósticos son usados por los especialistas en traumatología y cuáles son los abordajes terapéuticos más indicados por los médicos:
Te mostramos en este vídeo una rutina de ejercicios automasajes y estiramientos para la terapia de las fracturas de los huesos del pie: metatarsianos, cuñas, escafoides, cuboides, astrágalo o calcáneo:
Después de la inmovilización, una de las habilidades que puede resultar algo difícil de tratar es la capacidad de caminar correctamente, por ello te recomendamos ver el siguiente vídeo en donde un experto fisioterapeuta te brindará las directrices necesarias para que comiences el entrenamiento a la marcha:
El tiempo que tarda en sanar una fractura por estrés varía mucho de una persona a otra y depende de varios factores: edad, estado de salud general, gravedad de la rotura, cumplimiento de los tiempos de reparación del hueso y de los tratamientos indicados. La fractura por estrés en los pies suelen curarse a menudo dentro de un plazo de 6 a 8 semanas. La fisioterapia tiene un efecto beneficioso que apoya el abordaje médico y puede influir positivamente en el curso de la enfermedad. En importante destacar, que, si la carga sobre el pie se reanuda demasiado pronto, es muy probable que el tejido óseo afectado no sane correctamente y se recaiga en esta afección de salud.