El pie es una parte esencial de nuestro cuerpo, ya que si tenemos un problema en el, pisamos mal y esto influye en todo nuestro cuerpo, que puede sufrir muchas consecuencias: desarrollando lesiones de rodilla, cadera, espalda, cuello…
Nuestros pies siempre están en contacto con el suelo, por lo que durante la historia del ser humano, hemos buscado la manera de protegerlos de pinchazos, golpes, el frío, el calor extremo...
En el año 10.000 a.C ya utilizaban pieles para poder soportar el frío y los egipcios cubrían sus pies con paja o papiro. Posteriormente, aparecen diferentes tipos de calzado, evolucionando de tal manera que, ya no sólo se diseñarán para protegernos, sino que podrán variar en función del rango social.
Hoy en día existen cientos de modelos a nuestra disposición por lo que nos surgen mil dudas a la hora de comprar el calzado adecuado.
El objetivo de este artículo es intentar orientar a los compradores sobre las características que debe cumplir un calzado adecuado.
Si inviertes en calzado invertirás en tu salud
Nuestro calzado debe tener suficiente capacidad para que el pie entre adecuadamente. Si queda apretado puede provocar roces o callos. Sin embargo no debe quedar demasiado holgado, ya que puede hacernos perder el equilibrio y podríamos provocarnos un esguince.
No existe el zapato perfecto para todo el mundo. Cada persona tendrá su tipo de calzado perfecto, para ello debemos tener en cuenta:
- Longitud de los dedos: la largura de los dedos varía de unas personas a otras. Suele decirse que el dedo gordo es el dedo que debe evitarse que roce con la puntera del zapato, pero esto no sirve para todo el mundo, ya que existen personas que tienen el segundo dedo más largo que el dedo gordo.
- Anchura del pie: también debemos medir la horma del zapato, ya que si tenemos el pie ancho la horma también debe ser ancha.
Pronto podrás consultar sobre los distintos tipos de pies según la diferencia de longitud de los dedos o en función de los apoyos de los pies entre mis artículos.
¿Zapato plano o con tacón?
Suele recomendarse usar un tacón moderado (máximo 4 cm), ya que sirve para descargar el talón evitando sobrecargas de la musculatura posterior de la pierna.
En el caso de utilizar tacones lo ideal serán los tacones anchos, que nos darán mayor estabilidad.
Huye de los tacones altos. Los tacones próximos a los 10 cm hacen que prácticamente casi todo el peso del cuerpo se ejerza sobre los dedos del pie.
El calzado que lleve tacón, ya sea para hombres o mujeres, debe incorporar un cambrillón de acero, es decir, una especie de suela angosta que va de la parte superior del tacón al inicio de la suela. De esta manera el puente del zapato queda rígido, haciendo que pisemos sobre una base firme.
Algunos fabricantes colocan un cambrillón de cartón para abaratar el coste del calzado. Este cambrillón tiende a deformarse por el peso de nuestro cuerpo, produciendo un sobreestiramiento del arco plantar, pudiendo originar problemas como fascitis plantar.
Flexible pero al mismo tiempo rígido
El calzado adecuado debe ser flexible en sentido transversal para permitir que el pie se flexione a la hora de caminar, permitiendo hacer los apoyos de la marcha correctamente. Sin embargo, en sentido longitudinal debe ser rígido para evitar torsiones que desequilibren la marcha, pudiendo provocarnos un esguince.
El zapato también debe tener un buen contrafuerte: el retropié (zona posterior del pie) debe estar protegida para que el pie vaya alineado y de estabilidad a la marcha.
Las personas que utilizan plantillas deben tener especial cuidado
Los zapatos que vayan a ser utilizados con plantillas debe sujetar bien el pie, pero al mismo tiempo es importante tener en cuenta el empeine, ya que si nos quedase muy ajustado el zapato, la plantilla haría que nos comprima los dedos. De la misma manera, la puntera debe ser ancha y con altura para los dedos.
Algunas personas compran calzado de un número mayor al que le corresponde, pero esto es un error, ya que esto provoca que el pie o la plantilla se deslice hacia delante haciendo que los apoyos sobre las plantillas sean incorrectos. Por lo tanto las correcciones que se hayan aplicado a la plantilla ya no serán las adecuadas.
Al mismo tiempo, el interior del calzado debe ser liso. Si tuviera algún realce, la plantilla se elevará en ese punto, por lo que ya no se adaptará a tu patología.
El tacón del zapato no debe tener más de 3 centímetros y debe ser lo más ancho que sea posible ya que dará estabilidad a la pisada.