Muchas personas conviven con dolores musculares persistentes, que se mueven de una zona a otra, que no responden bien a medicamentos ni a tratamientos convencionales, y que parecen tener “vida propia”. En muchos casos, el origen no está en una lesión estructural, sino en una alteración del tejido muscular llamada síndrome miofascial.
Cuando esta condición se cronifica, el cuerpo empieza a expresar a través de sus músculos lo que no puede liberar de otra forma: emociones, tensiones internas, estrés, conflictos digestivos o alteraciones viscerales. En este artículo, te explicamos qué es el síndrome miofascial crónico, cómo reconocerlo y cómo abordarlo desde una visión integradora y profunda como la que ofrece el modelo Fiit Concept.
¿Qué es el síndrome miofascial?
El síndrome miofascial es una disfunción del músculo y la fascia que lo rodea, caracterizada por la presencia de puntos gatillo o zonas de contractura que provocan:
- Dolor local e irradiado
- Restricción del movimiento
- Fatiga muscular
- Cambios en la postura
Estos puntos pueden activarse por sobreesfuerzo, malas posturas, falta de descanso, lesiones antiguas… pero también por factores viscerales y emocionales, como veremos más adelante.
¿Qué lo hace crónico?
Hablamos de síndrome miofascial crónico cuando el dolor:
- Persiste por más de 3 meses
- Aparece en distintas zonas sin causa estructural clara
- Se activa por estrés, cambios emocionales o digestivos
- Interfiere con la calidad de vida y el descanso
- No responde completamente a analgésicos ni masajes puntuales
En estos casos, el problema no es solo muscular, sino que el cuerpo está usando el músculo como vía de expresión de tensiones más profundas.
¿Qué siente una persona con síndrome miofascial crónico?
- Dolores musculares “cambiantes” o que aparecen sin causa aparente
- Sensación de contractura constante aunque no haya actividad física
- Dolor muscular tras periodos de estrés emocional o digestivo
- Fatiga muscular sin esfuerzo excesivo
- Mejora parcial con masaje, pero sin resolución duradera
- Empeoramiento con el reposo absoluto
Muchas veces, estas personas han pasado por numerosos especialistas, pruebas médicas y tratamientos sin un diagnóstico claro ni una solución definitiva.
¿Qué causas lo perpetúan?
El modelo Fiit Concept explica que el dolor miofascial crónico no es solo una cuestión local, sino el resultado de una sobrecarga del sistema nervioso, visceral y emocional. Entre las causas más frecuentes encontramos:
- Estrés mantenido: activa el sistema nervioso simpático, tensa la musculatura y agota las reservas corporales.
- Disfunciones viscerales: hígado, intestino, estómago o riñones pueden provocar puntos de dolor reflejo en músculos como trapecios, lumbares, psoas o dorsales.
- Alimentación inflamatoria: alimentos procesados, azúcares y grasas saturadas aumentan la rigidez del tejido fascial.
- Respiración deficiente: bloquea el diafragma, impide la autorregulación y perpetúa la tensión corporal.
- Conflictos emocionales no expresados: el cuerpo convierte las emociones no resueltas en tensión física. “Lo que no se expresa, se somatiza”.
¿Cómo reconocer los puntos gatillo?
Los puntos gatillo miofasciales son zonas de alta irritabilidad dentro del músculo. Se detectan por:
- Dolor al presionar una zona muscular específica
- Dolor irradiado en zonas lejanas (por ejemplo, presionar un punto en el trapecio y que duela la cabeza)
- Sensación de nudo o “bola” al tacto
- Limitación del movimiento cercano
Estos puntos no solo duelen, sino que alteran el equilibrio del cuerpo y afectan la postura.
Tratamiento integrativo del síndrome miofascial desde Fiit Concept
Terapia manual profunda y global
No se trata solo de masajear el punto doloroso. Desde Fiit Concept, se trabaja:
- Liberación de las cadenas musculares afectadas
- Relajación de la fascia conectiva
- Normalización del tono muscular global
El tratamiento manual debe ir acompañado de liberación respiratoria, movilidad articular y técnicas de regulación neurovegetativa.
Regulación del sistema visceral
Muchos puntos miofasciales se activan por disfunciones internas:
- Trapecios y dorsales altos: suelen reflejar disfunciones hepáticas o estomacales
- Lumbares y glúteos: relacionados con colon o riñón
- Psoas e ingle: reflejo de alteraciones ginecológicas o urinarias
El tratamiento incluye maniobras manuales viscerales y, si es necesario, fitoterapia específica (boldo, alcachofera, diente de león, malva).
Fitoterapia y alimentación antiinflamatoria
El síndrome miofascial empeora con un entorno inflamatorio. Recomendamos:
- Evitar alimentos proinflamatorios (azúcar, alcohol, harinas refinadas, embutidos)
- Aumentar vegetales, frutas frescas y agua
- Usar plantas medicinales relajantes y digestivas
- Suplementos naturales para mejorar la calidad del tejido fascial
Reeducación del movimiento
El cuerpo necesita variabilidad y consciencia en el movimiento para romper los patrones dolorosos.
- Ejercicios globales (estiramientos activos, cadenas musculares)
- Respiración diafragmática consciente
- Movimiento suave y progresivo, sin forzar
Gestión emocional y del estrés
El músculo expresa lo que el sistema emocional retiene. Por eso, es fundamental:
- Reconocer el impacto del estrés en el cuerpo
- Establecer rutinas de autocuidado (respiración, pausas, descanso)
- Buscar acompañamiento terapéutico si hay conflictos no resueltos
Conclusión: el dolor como mensaje del cuerpo
El síndrome miofascial crónico no es solo un problema muscular. Es una expresión corporal profunda de un sistema sobrecargado, bloqueado o emocionalmente reprimido. Masajear el músculo alivia, pero no soluciona. Hay que entender al cuerpo como un todo funcional y emocional, tal como propone Fiit Concept.
Si convives con dolor muscular persistente, que no se va, que cambia de lugar, que no responde a lo habitual, es hora de mirar más allá del músculo. Tu cuerpo no se queja sin razón. Te está hablando.
Tu cuerpo grita lo que tu mente calla. Escúchalo y empieza a sanar.