Estoy sufriendo de mareos, problemas de equilibrio y nauseas.
Siento mucha ansiedad y en ocasiones con angustia, falta de apetito y cierto desgano.
Este último tiempo he pasado por momentos de tensión y siento que emocionalmente no me regulo bien.
Este episodio lo había experimentado hace muchos años atrás y se originó por situaciones de estrés reiterado.
Buscando en medicina alternativa y complementaria me encontré con este sitio (FisioOnline) y me pareció muy pertinente el vídeo donde el doctor Roberto Junquera explicaba el origen de esta sintomatología. No quisiera un tratamiento con ansiolíticos ni antidepresivos. Acá paso a detallar las razones:
El cuadro de ansiedad lo he tenido siempre y no he podido sanarlo del todo, solo logro reducirlo con meditación y respiración consciente.
Creo que desde siempre he sido muy sensible a las situaciones emocionales fuertes, lo que me ha obligado a esforzarme para que no me afecte tanto.
A los 25 años sufrí una depresión que duró años. Tuve tratamiento médico, lo que me permitió sobrellevar y salir de esa enfermedad. Luego, empecé a buscar sanación en las terapias alternativas, logrando superar esta enfermedad.
Cuando nos sentimos amenazados o que de alguna manera corremos algún peligro, se pone en marcha el sistema adrenérgico, un sistema que se encarga de activar los músculos lisos (los de las vísceras), el músculo cardíaco y las glándulas de nuestro organismo. Este sistema libera un neurotransmisor, la adrenalina, que pone a nuestro organismo en un estado de alerta, e inmediatamente todos nuestros valores se alteran: el ritmo cardíaco, la tensión arterial, nuestros niveles de azúcar y otros valores en sangre, la función de nuestros órganos,… Todo se altera.
Lo relevante de este molesto mecanismo de alarma es que siempre tiene una causa, que en el mejor de los casos es reconocible y por tanto más fácil de abordar (esta causa reconocible puede ser por ejemplo el estrés de vida). Incluso esta causa puede ser pasajera, por un problema puntual, y por tanto la ansiedad suele remitir sola (mientras tanto es comprensible el uso puntual de ansiolíticos para hacer el proceso más llevadero).
Ante la ansiedad hay dos formas opuestas de actuar:
Mi cuerpo atenta contra mí mismo, la ansiedad es mi enemigo
Pensar que esta ansiedad es un enemigo que “nos hace la vida imposible”, como si algo en nuestro sistema nervioso no funcionase bien y por lo tanto el tratamiento estará encaminado a aplacar el síntoma.
Mi cuerpo me alerta de los peligros, la ansiedad es mi amiga
Asumir que cada problema tiene una causa, por lo tanto en este caso la ansiedad es un “amigo”, incómodo pero sincero, que quiere avisar de que algo funciona mal, nos invita a revisar nuestro estilo de vida o a bucear en nuestro pasado, nuestra infancia, nuestro subconsciente en busca de conflictos no resueltos (como ya he explicado, el estrés y todos los conflictos que generan crispación, intolerancia..., afectan primero a la vesícula biliar e hígado, y éstos afectan al elemento siguiente: el fuego; en donde se incluyen el corazón, el intestino delgado y el sistema nervioso).
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