Parece irreal, pero nuestros músculos y articulaciones están conectados a nuestros órganos. Con frecuencia tendemos a ver una tendinitis como una afección sólo del tendón, o una contractura como una afección del músculo, y culpar por ejemplo a las malas posturas o a las actividades repetitivas como el origen de éstas afecciones. Pero la realidad es que éstos problemas pueden venir dados por culpa de una disfunción visceral.
Cada órgano de nuestro cuerpo se encarga de una función específica, por ejemplo: el corazón es el responsable de suministrar oxígeno a todos los órganos del cuerpo a través de la sangre, el hígado es el filtro de nuestra sangre, el estómago procesa los alimentos para que luego el intestino pueda extraer los nutrientes y sustancias importantes para el funcionamiento, el riñón filtra y absorbe y reabsorbe el agua de nuestro cuerpo, en fin… Cada órgano con su función específica.
Cuando el funcionamiento del órgano no es normal lo llamamos disfunción visceral. En la medicina alternativa la función de los órganos se ve alterada por un incorrecto movimiento de energía entre 5 grupos de órganos. El incorrecto funcionamiento se exterioriza en la espalda y trae consecuencias en nuestros músculos y articulaciones.
La interrupción del flujo de energía que acabamos de mencionar viene dada por 2 factores: las emociones y una alimentación inadecuada. Los trastornos en la espalda no van más allá de contracturas y bloqueos vertebrales, pero prolongadas en el tiempo pueden llegar a provocar hernias discales que requieran gran consumo de medicinas.
Resaltamos de la imagen de la infografía la frase “si a todos nos doliera más la realidad nos dolería menos la espalda”. Asumir la realidad de nuestra vida es muchas veces fundamental para superar nuestras dolencias.
En cuanto a las disfunciones viscerales podemos conseguir:
La disfunción de hígado produce en la persona un dolor en la zona interescapular derecha, que puede irradiarse hacia el cuello e incluso brazo derecho. El hígado entra en disfunción con emociones como crispaciones, enfados, no adaptación al entorno, intolerancia y exceso de estrés.
La disfunción de vesícula biliar produce los mismos síntomas que el hígado: dolor interescapular que puede irradiarse hacia cuello y el brazo, con la diferencia que la vesícula biliar lo hace hacia el lado izquierdo del cuerpo. La vesícula biliar entra en disfunción con emociones como los disgustos, la amargura, la ira, las críticas y la envidia.
La disfunción de intestino delgado produce lumbalgias que se desencadenan durmiendo o después de un largo rato sentado, o en el momento de una flexión de tronco incluso con un mínimo peso, sobre todo hacia el lado derecho. Las emociones que alteran al intestino delgado son la preocupación y la ansiedad.
La disfunción del sistema cardiocirculatorio produce dolor en el hombro izquierdo y en la axila izquierda que se irradia hacia la espalda. Las emociones que alteran al sistema cardiocirculatorios son el narcisismo y la falta de amor.
La disfunción de estómago produce contractura en la zona interescapular izquierda, sobre todo del músculo trapecio. El dolor producido por ésta contractura se expande hasta las vértebras cervicales inferiores, provocando dificultad para girar el cuello hacia la izquierda. Las emociones que alteran al estómago son las hiperresponsabilidades y la no desconexión con el trabajo.
La disfunción del bazo-páncreas produce un dolor constante, profundo, de intensidad moderada que se hace difícilmente soportable en las posturas mantenidas en la zona dorsal izquierda. Las emociones que alteran al bazo-páncreas son la obsesión en lo afectivo, la duda y la dificultad para disfrutar de la vida.
La disfunción del pulmón produce un dolor en las zonas interescapulares de ambos lados. La emoción que altera al pulmón es la melancolía (esta emoción no es frecuente en nuestra sociedad, por lo que las alteraciones de pulmón no son muy frecuentes).
La disfunción del intestino grueso produce un dolor en la zona lumbar baja izquierda. La emoción que altera al intestino grueso es el apego.
La disfunción del intestino grueso produce un dolor agudo en la zona dorsal baja. Las emociones que alteran al riñón son la falta de autoestima, el miedo y la desvalorización.
La disfunción de vejiga produce el reflejo en la columna, a ambos lados de la tercera vértebra lumbar. La emoción que altera a la vejiga es la desesperanza.
Conoce tu realidad y trabaja en ella para que tus trastornos músculo-esqueléticos desaparezcan y tengas una mejor calidad de vida.
En este vídeo te explicamos sobre las disfunciones del intestino delgado como consecuencia de un problema emocional.
Las disfunciones de hígado y vesícula biliar pueden ser consecuencia de un problema a nivel emocional y en este vídeo te hablamos al respecto.
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