La gran ventaja que presenta este ejercicio es que ofrece la posibilidad de empezar por grados muy bajos de intensidad e ir aumentando esta intensidad según la persona va mejorando en su capacidad física o en su patología se va aumentando la intensidad.
La intensidad más baja la conseguiríamos pidiéndole a la persona que realice sólo el movimiento de los ojos, como esto es más fácil si se sigue un objeto se le puede decir a la persona que siga, por ejemplo, el dedo del terapeuta.
El movimiento de los ojos va a generar la activación de la musculatura del cuello, especialmente de los músculos pequeños que unen las vértebras y de los músculos de la base del cráneo.
A medida que la persona va mejorando se puede ir aumentando el movimiento hasta conseguir el patrón cruzado completo.
¿En qué patologías podemos realizar este ejercicio?
Este ejercicio se puede realizar en situaciones muy diferentes, estos son algunos ejemplos:
- En los primeros estadios de rehabilitación tras un esguince cervical, en los primeros estadios la musculatura cervical va a estar muy contracturada por lo que empezaremos el ejercicio con la mínima intensidad para que, a medida que va mejorando el tono muscular, ir aumentando la intensidad de manera progresiva.
- Artrosis y artritis: en los brotes o reagudizaciones realizaremos el ejercicio con menos intensidad y en los periodos entre crisis la persona practicará el ejercicio con más intensidad.
- En contracturas musculares, tras el tratamiento de fisioterapia para normalizar el tono muscular y como reentrenamiento al movimiento.
- En tortícolis o después de una inmovilización del cuello con collarín: aquí buscamos la misma finalidad que en el caso del esguince cervical, lo que queremos es normalizar el tono muscular, en este caso buscaremos la ganancia de fuerza y la recuperación del arco de movimiento vertebral.
- En personas mayores para estabilizar la columna cervical, en geriatría este es un buen ejercicio ya que se puede realizar sentado y es sencillo.
- En cefaleas tensionales.